¿Hasta qué punto estamos priorizando una agenda pública que ponga en primer lugar de importancia dar una respuesta a los problemas más graves, urgentes y moralmente imporrogables? ¿Es la educación la medida conjunta que requiere la resolución de esos problemas o la escuela se ha convertido en un medio para desviar la atención sobre el verdadero núcleo de dichos problemas? ¿Son los derechos humanos una formulación suficiente o no pasan de ser una simple aunque bienintencionada declaración de intenciones sin un catálogo de actuaciones concretas y eficientes? Estas son algunas de las preguntas que inspiran una visión aguda, crítica y propositiva sobre nuestra realidad social actual y sobre el papel de la educación en la misma.