Ya sabes…, si no estás en las redes sociales no existes.
La idea bien podría dirigirse a un comercio de barrio, a una pequeña empresa o a cualquier otro negocio.
Nuestro Instituto, el Luis de Lucena de Guadalajara, hace ya cinco años apostó por estar en las redes sociales. Ya gestionábamos años antes, por nuestros propios medios, una página web, pero le faltaba el dinamismo que nos han permitido Twitter o Instagram.
Siendo el encargado de la página web, abrí la cuenta de Twitter. Esto supuso más trabajo, pero la recompensa fue ver que el mensaje llegaba a más gente, lo que demandaba publicar las actividades cotidianas del Instituto por la tarde, en fin de semana o cuando pensaba que las circunstancias lo requerían; y siempre había respuesta.
Más tarde le tocó el turno a Facebook. La sorpresa fue que en muy poco tiempo el número de “amigos” crecía rápidamente y que la interactividad era muy alta tras publicar fotos, comentarios y otras informaciones del ámbito académico.
Con el aumento de jóvenes usuarios en Instagram vino el siguiente paso, era el momento de que el Instituto tuviese una cuenta en esta red social. Y, efectivamente, es la red social que tiene más repercusión entre nuestro alumnado.
Ser administrador de redes sociales en un centro educativo no es un trabajo solitario. El profesorado que realiza una actividad o una excursión realiza fotos que envía al correo electrónico con una descripción breve que me permite poder extraer los pocos caracteres que caben en Twitter, 140 al principio y 280 ahora, con la chispa necesaria para que la publicación tenga repercusión entre los alumnos, que es lo que más satisface al Community Manager.
Ese pequeño texto, que publico en Twitter, a veces con contracciones y abreviaturas, es el texto base para la publicación en Instagram y Facebook. El análisis de los “likes”, “retuits” (Twitter) o “compartido por” (Facebook) indica que en Facebook la participación proviene de madres y padres, alumnos más mayores, exalumnos y profesores. Por el contrario, en Instagram los “likes” proceden de los alumnos más jóvenes, sobre todo cuando son protagonistas de la publicación y manifiestan su satisfacción porque demos visibilidad a sus actividades.
¿Es necesario que el Instituto esté en redes sociales?.
Desde mi punto de vista es importantísimo dar a conocer nuestro centro educativo; esta tarea de difusión debería formar parte del Proyecto Educativo, y no solo la actividad a través de redes sociales, sino también jornadas de puertas abiertas, publicación en periódicos locales, participación con alumnado en eventos y concursos, etc. Es decir, dar a conocer al entorno todo lo bueno y positivo que se hace en nuestro instituto.
Se puede pensar que un centro público no tiene nada que vender y no es necesario hacer “marketing”. Pero no es vender, es dar a conocer las cosas maravillosas que pasan dentro del aula cada día, trabajos de los alumnos, excursiones, experiencias, emociones, retos, ilusiones y algún lamento, y que, si no lo colgamos en las redes sociales y en nuestra web, quedan en un simbólico cajón.
Los profesores que hacemos esta gestión en los centros educativos no somos profesionales, sino autodidactas y lo hacemos a cambio de alguna hora lectiva o complementaria que sin duda no cubre el tiempo real que le dedicamos a ello, con gusto. Otra ventaja es que no supone gasto para el centro. Bien es sabido el coste elevado que tendría este servicio si fuese contratado a una empresa externa.
La idea no es nada nueva. En los ámbitos de las Ciencias y la Tecnología, bien sea en Universidades, en Institutos de Investigación o en Centros de Innovación de grandes empresas, la divulgación y comunicación al gran público son métodos habituales reconocidos como importantes y necesarios. La mayoría de estas instituciones promueven que sus investigadores se involucren y participen en tareas de difusión de los temas y proyectos en los que trabajan. Utilizan diferentes medios (radio, televisión, medios gráficos, digitales y audiovisuales, blogs, páginas web institucionales, entre otros) y estructuras como museos, observatorios, etc. Sin duda que la web ha potenciado la difusión del conocimiento científico y tecnológico a un gran número de personas.
Basándonos en esa idea, la difusión vía redes sociales, quizá sea el momento de que las instituciones educativas y docentes comprendan la de la interacción con la comunidad social de la que forman parte y faciliten y reconozcan esta labor.