Somos profesores y alumnos en la sociedad del Siglo XXI. Esto requiere un esfuerzo común por cambiar muchas cosas. Sí cambiar. No podemos mantenernos impasibles al imparable progreso y evolución a nivel global. Y como no debemos hacerlo estamos dando muestras de nuestra disposición y propósito que no es otro que el de decirle a la sociedad, a la administración: aquí estamos, dispuestos, preparados y ansiosos por seguir aprendiendo. Ya no somos, como dice un buen amigo de todo este grupo, profesores islas. No estamos solos, no lo estamos. La respuesta que nuestros alumnos y sus familias necesitan de nosotros ya ha llegado.
Colaboramos, aprendemos en conjunto, nos valemos de las herramientas que nos ofrece la sociedad de la tecnología de la información y la comunicación para hacer, cada día más y mejor, un uso adecuado y enseñar a estos “hijos nuestros” que son nuestros alumnos a utilizarlas de manera provechosa y consciente.
Los nativos digitales que tenemos delante nos piden que cambiemos, que nos renovemos. Pero esto no es una simple cuestión de manejo de las herramientas tecnológicas. Esto requiere un nuevo paradigma educativo del que llevamos tiempo dando pistas. No se puede mantener la misma función estructural si quiere dar un paso hacia adelante y, seamos consciente, hay que darlo.
Nosotros, somos como vosotros, un grupo de profesores y alumnos felices con nuestro trabajo. Con ganas de crecer, de mirar hacia el presente con ojos de futuro en el que se nos brinde siempre la posibilidad de seguir aprendiendo, de conectarnos con los de aquí y los de mucho más allá, de seguir formándonos para sentirnos más cerca del mundo en el que vivimos y de aquellos con los que lo compartimos.
Nosotros crecemos desde hace tiempo, porque estamos conectados. ¡¡Benditas virtudes de las tecnologías!!
Nos gusta trabajar en proyectos colaborando. Nos gusta aprender unos de otros, compartir materiales, organizar encuentros con la excusa de vernos, porque somos felices cuando estamos juntos. Luego multiplicamos esta emoción porque la llevamos a las aulas donde están nuestros chicos siempre esperando con los brazos abiertos. ¡Qué bonito trabajo! Estoy segura de que hay gente que nos envidia por ello.
Por nuestras manos pasan muchos alumnos, muchas horas, a veces una larga etapa. ¡Cuánto se llevan de nosotros, cuánto nos quedamos de ellos!
Pues ayer, 27 de abril, celebramos la música. La felicidad de poder contar con su presencia en nuestras aulas. Porque en una sociedad económicamente globalizada y tecnológicamente conectada no podemos olvidar el valor emocional y científico de este arte. El éxito de los ciudadanos del siglo XXI no puede medirse solamente hoy en términos meramente cuantitativos. Es un modelo extinguido en Europa y en EE.UU. La “A” de las artes debería aparece en todos los niveles educativos y nosotros, con iniciativas en todo el país como la de ayer, Musiqueando2017, lo recordamos.