“No quiero ganar, quiero jugar”. Es la manifestación de un niño o niña que se ha cansado de no divertirse. Se expresa con decisión. No quiere ganar, no le importa, lo manda a un segundo plano, lo que quiere es jugar, divertirse, pasárselo bien, conocer amigos y disfrutar. Y lo dice a modo de rebeldía, a modo de hacerlo saber, a modo de expresar su interior y chocar con lo que le viene de fuera, con lo que los mayores piensan. El niño o la niña tiene claro su fin, juega por jugar, no quiere que le cuenten una historia de adultos.
Actualmente, cuanto más importe y más valoremos la posición alcanzada o los beneficios que nos aporte, más se hará por lograr esa posición, obviando valores fundamentales en la formación de la persona. En el ámbito escolar es muy conveniente que el alumnado reciba lo más temprano posible una educación emocional, tiene que saber que los modelos competitivos no son los que más favorecen a su desarrollo personal. Desde la escuela se debe dar una respuesta educativa que tenga por un lado un carácter orientativo-preventivo y por otro uno correctivo, para la formación de hábitos y conductas físicas correctas. El alumnado no solo debe poseer unos conocimientos correctos sobre actividad física, sino que además tiene que ser capaz de llevarlos a la práctica diaria (competencias básicas), teniendo claro cómo juega o hace deporte, cuales son los beneficios y perjuicios que conlleva y quienes pueden ayudarle para hacerlo lo mejor posible.
Poniendo en relación el problema de la agresividad en el juego con el carácter orientativo-preventivo y también con el correctivo nos damos cuenta que se debe tener presente la correcta actitud en el desarrollo del juego para evitar uno de los grandes problemas actuales que es el incremento desmesurado de la agresividad en el juego.
Las causas de la agresividad en el deporte pueden ser muy dispares atendiendo a factores endógenos y exógenos, pero si existe una unanimidad en establecer dos criterios generales como factores determinantes: Por un lado la incorrecta reproducción de modelos sociales en edades tempranas, debida en muchos casos al “estrés social”; y por otro la infravaloración del valor del juego como elemento de aprendizaje y de realización de actividad física.
Hay que tener un trabajo conectado con las familias, por esto desde el proyecto se entrega uno dossier informativo que trata sobre la competitividad para que sirva de guía para padres, madres y demás familiares.
Se trata de encaminar y reflexionar sobre las respuestas que se le ofrecen a los más pequeños. En muchas ocasiones se realizan sin percatarse del fomento y la incitación a conductas insanas. Estas conductas basadas en la competitividad en muchas ocasiones derivan en comportamientos agresivos.
Desde el proyecto de innovación educativa “NO QUIERO GANAR, QUIERO JUGAR” que estamos desarrollando en el Colegio Público Juan de Austria de Alcázar de San Juan se recomienda pensar sobre lo que decimos. Es muy habitual que la primera pregunta que hacemos a los niños después de “jugar” algún partido de cualquier deporte sea: ¿Cómo habéis quedado?; con algunas versiones, ¿Habéis ganado o habéis perdido?. Lógicamente estamos dando la importancia y la prioridad al resultado.
La segunda pregunta suele ser: ¿Cuántos goles, canastas… has metido?. Y para rematar y dependiendo de las respuestas anteriores tenemos dos posibilidades: Si la respuesta trata sobre la “victoria” y sobre la “capacidad goleadora/encestadora” respondemos con alegría, y felicitando a los niños; y si la respuesta trata sobre la “derrota” y sobre la “incapacidad goleadora”, respondemos con una infravaloración, tristeza o incluso pena.
Por lo tanto deberíamos pensar:
- ¿A qué le estamos dando la mayor importancia?
- ¿Qué ven los niños que alegra o entristece a la familia?
- ¿Qué harán los niños en sucesivas ocasiones para alegrar a sus familias?. (Tengo que ganar como sea). ¿Tendrán como recurso para este fin el poder y “deber” hacer trampas o ser agresivo con otros para poder ganar y así tener el beneplácito de su entorno?
- ¿Perderán la esencia del juego y por consiguiente el carácter lúdico y de disfrute?
- ¿Se incrementará su agresividad en busca del resultado por encima de todo y de todos?.
Por otra parte, quizá uno de los problemas más serios respecto a este tema sea la “reproducción de los modelos sociales”. Este punto tiene dos perspectivas, una la del niño o niña, que valora y ve desde su interior las respuestas que dan los demás agentes sociales sobre un “adulto televisivo”, sea del ámbito que sea. Y otra la del adulto, el cual en muchas ocasiones muestra actitudes de sobrevaloración y reproducción del modelo social que ve y al que le gustaría “parecerse” o que se pareciese algún hijo o hija. De esta manera los niños abandonan sus ideas, sus movimientos, su creatividad, su propio ser, para reproducir tal como le han dicho y así parecerse a los “modelos sociales preestablecidos”.
Conclusiones
Sería conveniente valorar el esfuerzo y no sólo el resultado, fomentar actitudes de cooperación y de ayuda a los demás, no reproducir “modelos sociales incorrectos” y utilizar frases que fomenten los valores como (¿qué tal te lo has pasado?, ¿has ayudado a tus compañeros?, lo importante es participar…)
Desde el proyecto se pretende enseñar y llevar a la práctica una serie de normas y valores que favorezcan la realización saludable de los juegos y que el alumnado debe conocer y llevar a la práctica.
DECÁLOGO DEL JUEGO
- LO MÁS IMPORTANTE DEL JUEGO ES DIVERTIRSE.
- HAY QUE RESPETAR A LOS COMPAÑEROS.
- EL DIÁLOGO ES LA SOLUCIÓN A LOS CONFLICTOS.
- HAY QUE AYUDAR A LOS DEMÁS.
- TODOS NOS VALORAMOS POR IGUAL.
- ACEPTA LAS INDICACIONES DEL ENCARGADO DEL JUEGO.
- VALORA LAS BUENAS CONDUCTAS EN EL JUEGO.
- JUEGA SIN NINGÚN TIPO DE DISCRIMINACIÓN.
- AL ACABAR EL JUEGO NOS SALUDAMOS CON TODOS.
¿Cómo puedo ayudar a mis compañeros en el juego?
Simplemente diciendo ¿Te ayudo?, ¡La próxima vez lo harás mejor!, ¿Estás bien?, ¡Vamos, lo estás haciendo genial!, ¡Vamos a jugar juntos!, ¡Me gusta cómo lo has hecho!, ¡Sigue intentándolo!, ¡Vamos a divertirnos!, ¡Es fantástico lo que estás haciendo!, ¡Ánimo!, ¡Lo siento!, ¡Confío en ti!, ¡Gracias por tu ayuda! o "El buen jugador ayuda a los demás compañeros a ser mejores jugadores".
En definitiva, el niño o niña tiene que jugar mucho más de lo que actualmente hace. Tiene que jugar para divertirse, tiene que jugar sin ningún objetivo de los adultos.
Mediante el juego se relaciona, aprende, conoce otras sensaciones, otras respuestas. Desarrolla su imaginación y libertad de pensamiento. Jugar implica tomar decisiones, conocer otros puntos de vista, buscar soluciones imposibles, fomenta la creatividad. Jugar favorece el respeto por los demás, por los turnos, por el cuidado del material.
Y hay que jugar sin pensar en ser más que el otro, sin ser el primero de.., sin querer tener un reconocimiento por estar por encima de los demás.
Hay que jugar, por jugar.
* Se pueden seguir videos de las actividades del proyecto en la página de Facebook del Colegio www.juandeaustria.es