La inclusión educativa en el EPA Altomira de Tarancón

Hace varios cursos escolares, se creó una comisión de discapacidad en Tarancón –de la cual formo parte como directora del Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA)–. Su fin consistía en abordar una necesidad que se había detectado en la localidad referida entre personas que presentaban necesidades educativas especiales y que ya habían cumplido 16 años de edad.  El problema radicaba en que cuando este alumnado finalizaba la TVA en el colegio en el que estaba matriculado, ya no podía continuar una vía de formación ordenada y estructurada porque no existía para él ninguna opción cercana a su domicilio.

LA INCLUSIÓN EDUCATIVA EN EL EPA ALTOMIRA DE TARANCÓN

En el CEPA habíamos impartido varios programas por garantía juvenil, que habían tenido mayor o menor éxito. Por ello pensamos que podríamos dar solución a dicho problema y optar por implantar una cualificación de formación profesional básica adaptada de la familia de agro-jardinería y composiciones florales por garantía juvenil. Los destinatarios eran personas entre 16 y 30 años con necesidades educativas especiales.

Durante el curso 2019-2020 se impartió la cualificación de Actividades auxiliares en viveros, jardines y centros de jardinería. Dada la gran acogida que tuvo, decidimos dar continuidad a la formación de este alumnado con la cualificación de Actividades auxiliares en agricultura en el curso 2020-2021.

El artículo 120.1 de la Ley 7/2010, de 20 de julio, de Educación de Castilla-La Mancha establece como principio de equidad que la respuesta a la diversidad del alumnado se regirá por los principios de igualdad de oportunidades y acceso universal, normalización, inclusión escolar e integración social, flexibilidad, interculturalidad y coordinación entre administraciones.

Siguiendo este principio, como centro creemos que la formación de estos alumnos y alumnas en un centro de adultos tiene dos objetivos principales.

El primero de ellos es perseguir la igualdad de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación, tratando de conseguir la integración social en un entorno educativo de personas adultas, ya que por edad lo son, en el que puedan desarrollar sus habilidades sociales, la comunicación, transferir los aprendizajes instrumentales a los hábitos básicos para la vida diaria en relación a la autonomía personal, autodeterminación, prevención de riesgos, alimentación sana, control económico, desempeño de tareas domésticas y laborales, así como disfrute del tiempo libre y del ocio. En resumen, sentir que forman parte del mundo adulto, con las responsabilidades que ello conlleva, y así alcanzar el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional, que les permita vivir de un modo inclusivo en la sociedad.

LA INCLUSIÓN EDUCATIVA EN EL EPA ALTOMIRA DE TARANCÓN

El segundo objetivo es formar al alumnado con necesidades educativas especiales, que no pueda conseguir los objetivos de la educación obligatoria, en una profesión y conseguir su inserción laboral en trabajos de cualificación profesional de nivel 1.

Usando el marco que nos propone la actual normativa de formación profesional, elegimos la familia de agro-jardinería porque nos permite cumplir nuestros dos objetivos principales, además de otros objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. El certificado basado en estudios de agro-jardinería da lugar a una diversidad de contenidos transversales, además de los contenidos propios del título, y permite trabajar todas las competencias clave. Obtenemos también beneficios psicomotrices, logramos el contacto con un entorno al aire libre de los alumnos que presentan disfuncionalidad, como por ejemplo el huerto, lo cual favorece las relaciones sociales entre ellos y les empodera social y personalmente.

Este proyecto no lo hemos logrado solos, hemos contado con la colaboración de las familias, del profesorado y con el apoyo del Ayuntamiento, ya que nos ha prestado espacios y herramientas.  

Para finalizar, podemos concluir que, después de dos cursos escolares, nuestro alumnado ha mejorado su vocabulario, su expresión, sus destrezas. Pero, sobre todo, hemos sido testigos de la creación de un grupo humano en el que el alumnado ha establecido lazos de amistad y compañerismo, ha sido capaz de trabajar en equipo, de respetarse, de ayudarse, alumnado que muy posiblemente viviría aislado socialmente si no hubiera tenido la oportunidad de participar en este programa. Sin duda, lo mejor de todo ha sido la alegría que estos alumnos y alumnas nos han transmitido cada día con su asistencia, sus juegos, sus risas, sus miradas. Por esto último, podemos afirmar, que el reto ha valido la pena y que una vez más queda resaltada la importancia de los centros de personas adultas en nuestra sociedad y justificada su existencia.

**Nota: Algunas fotos son del curso 2019-2020, antes de la pandemia.

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