¿Hablamos otra vez de competencias?

Llevamos manejando el concepto de competencia en los currículos del sistema educativo español, tanto en las enseñanzas básicas como postobligatorias desde que la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación inició su andadura, con sus correspondientes modificaciones. No obstante, el significado y el uso del término sigue incitando una visión teórica de aspectos que son propiamente prácticos.

Esta incorporación ha generado debate entre quienes consideran que el concepto proveniente del mundo empresarial y de los que creen en su potencial transformador, capaz de aproximar la actividad escolar a una sociedad cambiante y necesitada de respuestas cercanas a la realidad.

La competencia se entiende como la forma en que las personas movilizan sus recursos personales, tanto cognitivos, sociales como afectivos, para llevar a cabo una tarea en un contexto determinado. Integra múltiples habilidades y los aprendizajes que se adquieren no pueden concebirse como un conjunto de destrezas distribuidas en diferentes áreas disciplinarias de forma estanca, sino que han de alcanzarse de forma interconectada.

La resolución de tareas o de trabajos organizados en proyectos, de investigación o manifestaciones artísticas permiten adquirir conocimientos y experiencias en términos de competencias. Pero esta apuesta no sólo debe quedarse en la proposición, debe consolidarse en acciones contextualizadas, poniendo en movimiento todos esos saberes que el ser humano ha adquirido.

Actualmente, la Unión Europea promueve entre sus miembros la capacidad de innovación, productividad y competitividad que se apoyan en el desarrollo del pensamiento crítico, dominio de los medios y desarrollo de destrezas comunicativas. La alfabetización digital, junto al desarrollo de la competencia comunicación lingüística y la científico-matemática se convierten en prioridades para abordar este reto, y por ello pide a docentes, al personal de formación y demás miembros de los equipos educativos ir más allá de los límites de las asignaturas, promoviendo el aprendizaje interdisciplinar.

La Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación recoge la Recomendación adoptada por el Consejo de la Unión Europea en mayo de 2018 sobre las competencias que han de desarrollarse para el aprendizaje permanente. Identifica ocho competencias clave fundamentales, que se componen de conocimientos, destrezas y actitudes: La competencia en comunicación lingüística desarrolla la capacidad para identificar e interpretar conceptos, hechos, sentimientos y opiniones en forma oral y escrita. Implica la capacidad para comunicar y conectar con otras personas, de forma eficaz y creativa. Muy ligada a esta, la competencia plurilingüe capacita para usar distintas lenguas en situaciones comunicativas. Comparte a grandes rasgos las principales destrezas de la competencia de comunicación lingüística, que se aplica en una variedad de contextos sociales y culturales de acuerdo con los propios intereses y necesidades. La competencia matemática y en ciencia, tecnología e ingeniería, proporciona capacidades para desarrollar y aplicar el pensamiento matemático y científico en la resolución de problemas de la vida cotidiana. La competencia digital implica un uso seguro, responsable y comprometido de las tecnologías digitales para incentivar el aprendizaje en cualquier contexto. Capacita para crear contenidos digitales y ser conscientes de las cuestiones de seguridad, propiedad intelectual y de desarrollo del pensamiento crítico. La competencia personal, social y de aprender a aprender proporciona la reflexión personal y la gestión del aprendizaje propio, favoreciendo el propio bienestar físico y emocional en un contexto inclusivo y servicial. La competencia ciudadana nos hace actuar como ciudadanos responsables que participan en el desarrollo global y en la sostenibilidad. La competencia emprendedora hace referencia a la capacidad de actuar de acuerdo con las oportunidades e ideas personales y transformarlas en valores para los demás. Se fundamenta en la creatividad, en la resolución de conflictos y capacidad de trabajar de forma colaborativa. Finalmente, la competencia de conciencia cultural y expresión nos dirige hacia la comprensión y respeto por cómo las ideas y conceptos se expresan de forma creativa y se comunican a través de las diferentes culturas.

Educación

La clave del éxito está en los enfoques metodológicos competenciales como los basados en proyectos o en la realización de tareas, entre otros, ya que mejoran los resultados de aprendizaje y la motivación e implicación del alumnado. Ofrecen oportunidades reales para la innovación, el aprendizaje transversal y la colaboración. El alumnado es situado en el centro del proceso educativo y se le proporciona una gran variedad de entornos de aprendizaje, consiguiendo así que participen de forma activa.

Estas experiencias, lejos de ser consideradas tan innovadoras o novedosas, ya las vemos en nuestros centros educativos en Castilla-La Mancha. Muchos de ellos están implicados en distintos proyectos y pilotajes, con resultados muy satisfactorios.

Para comprender todo lo expuesto analicemos cómo la competencia matemática, en ciencia, tecnología e ingeniería se ve favorecida y acompañada por otras cuando se proponen este tipo de enfoques. Vamos a partir de la siguiente premisa: nos preocupa la aparición de los dispositivos digitales como los Smartphone o Tablets y el uso que se hace de ellos en nuestra vida cotidiana. Para ello proponemos iniciar una investigación y determinar el impacto que ejerce en nuestra vida diaria y los cambios que hemos experimentado desde diferentes enfoques. Se trata, por tanto, de realizar un análisis de los dispositivos (características propias tanto del software, como el hardware) y un DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) sobre los hábitos desarrollados, además de recorrer con perspectiva social e histórica su uso y aparición. La tarea finaliza adoptando una conciencia crítica respecto a las conclusiones obtenidas.

La forma de enfocar esta investigación hace que el alumnado se implique y se sienta protagonista de esta labor, que puede parecerle, a priori, cercana, pero que le va hacer descubrir un sinfín de aspectos probablemente desconocidos, en un entorno de aprendizaje colaborativo y motivador.

Pero sin el profesorado no podríamos entender esta forma de entender la enseñanza. En todo el proceso los docentes ejercen un impacto decisivo sobre el alumnado y por ello, la formación inicial y permanente deben contener enfoques competenciales necesariamente.

La evaluación también es fundamental en el progreso de aprendizaje de los alumnos y alumnas, pero lo que es realmente destacable es que el enfoque competencial les permite comprender cuáles son sus propios estilos de aprendizaje y le ayuda a ganar autonomía. Por tanto, el desarrollo de métodos de evaluación y utilización de herramientas que determinen el nivel de logro del alumnado en el desarrollo de determinadas competencias se hacen imprescindibles. Para llevarlo a cabo se utilizan las descripciones de las competencias clave, detalladas en marcos de resultados de aprendizaje. El uso del Portfolio Europeo de las Lenguas es una herramienta que ejemplifica claramente lo indicado.

Para concluir, no olvidemos el tándem que forman el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación. Cualquier estrategia educativa que influya sobre una de las tres, tendrá efecto también sobre las otras dos: las decisiones tomadas en relación con la evaluación influirán en la forma de integrar las competencias clave y, por consiguiente, sobre los saberes que se van a desarrollar.

 

Bibliografía:

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