“El cerebro sólo aprende si hay emoción", dice Francisco Mora y este es uno de los principios que inspira nuestra práctica docente. No podemos seguir enseñando con las metodologías del siglo pasado. El aula ha de convertirse en un concepto no en una ubicación física, es necesario que el “aula salga al mundo”.
Con este convencimiento firme, en el IESO nº 1 de Alovera hemos iniciado el camino de la transformación con nuestros alumnos y alumnas de 1º de ESO. La primera tarea que hemos desarrollado se denomina “Noche de ánimas”.
Académicamente trabajaríamos estándares de Lengua y Literatura Españolas, Geografía e Historia, Música, Educación Plástica y Visual y Educación Física. A ellos les sumaríamos aspectos de la acción tutorial tan importantes como: el trabajo de la autoestima y autoconcepto, la colaboración y la importancia del equipo.
El reto que se proponía a nuestros estudiantes era organizar un desfile de ánimas el día 30 de octubre por la localidad y un posterior espectáculo de narración oral en la Casa de la Cultura. El público serían no sólo nuestros familiares y amigos si no todos aquellos que lo desearan.
Antes de que llegara ese momento debíamos trabajar en profundidad las técnicas propias del género narrativo y, especialmente, del cuento. En clase leímos
más de veinte relatos breves de misterio para activar nuestra atención y concentración. A ello añadimos, una actividad altamente motivadora y perfecta para crear ambiente, que consistió en la elaboración de un texto instructivo para la creación de un conjuro. Para ello partimos de la lectura de dos bellísimos álbumes ilustrados titulados Genealogía de una Bruja que nos sumergen en un juego de animación a la lectura muy interesante.
Tras esto, los chicos y chicas seleccionaron los relatos breves de miedo que más les gustaban, y se explicó el modo en el que debían ser narrados, evitando la memorización excesiva. Para ilustrar la técnica contamos con la colaboración de una antigua alumna –Silvia- que hizo una pequeña performance haciéndose pasar por un “ánima” que sólo veían los alumnos. La emoción estaba fraguándose. Cuando Silvia contó su historia todos vieron claramente cómo era esa técnica sobre la que tanto habíamos teorizado y se entregaron al proceso de preparación de sus cuentos. Muchos fueron los recreos empleados en ensayos, daba igual comer deprisa el bocadillo o no salir al patio. Todos querían hacerlo muy bien. Estaban realmente nerviosos y emocionados.
En Historia se hizo un acercamiento a las formas de celebración de la muerte en diferentes culturas primitivas. Se profundizó algo más en la festividad de Samáin y en su significado y en el por qué se celebra en estas fechas.
En Música, el profesor compuso una melodía inquietante para acompañar el canto de ánimas que se realizaría en el itinerario del desfile. Realmente, se conseguía crear un ambiente estremecedor.
Para que el desfile fuera perfecto hacía falta ensayar el ritmo y cadencia de los pasos y que esta peculiar “compaña” coordinara perfectamente sus movimientos. El profesor de Educación Física trabajó estos aspectos en varias sesiones.
Para completar la puesta en escena desde Plástica se diseñó un tipo de trabajo colectivo que permitiera que todos estuviéramos presentes aunque no nos hubiéramos atrevido a contar historia. Se trabajó el diseño de katrinas (la mejor sirvió para confeccionar el programa de la Noche de Ánimas) y después se confeccionaron otras en gran formato para colgarlas en tiras en el escenario sobre fondo negro. Además, en casa se tallaron calabazas que terminaron de dibujar una escena perfecta para la ocasión. Nuevamente, apareció la música y mientras se iban narrando historias, otra antigua alumna, Helvia, acompañó el espectáculo con su arpa celta.
Y como uno de nuestros objetivos es crear una comunidad de aprendizaje, contamos con la colaboración indispensable de padres, madres y hermanos. Nos ayudaron a maquillar y vestir a más de setenta “ánimas”. Siete padres y madres valientes también contaron sus historias. Los profesores desfilamos como ánimas portando antorchas. Toda la comunidad estuvo implicada en el proyecto (incluyendo los técnicos de la biblioteca).
Finalmente, más de cuarenta alumnos y alumnas subieron a escena. Algunos contaban con una facilidad innata para la actuación, pero lo realmente impactante fue descubrir que alumnos con muchas dificultades se armaban de valor y contaban su cuento. Para estos últimos, la iniciativa supuso un auténtico éxito personal, experiencia desconocida hasta el momento.
Este tipo de actividades son transformadoras para todos. Los que académica y personalmente destacan disfrutan y adquieren estrategias importantes para su vida y los que tienen dificultades elevan su autoestima y se implican en el ámbito escolar de una manera nueva e ilusionante. La motivación positiva prende como la pólvora en alumnos, familias y profesores. Y, además, nos une y construye como equipo y comunidad.