14 de marzo de 2020 y…empieza el cambio. Una pandemia estaba entre nosotros , empieza el caos, empieza el ¿y ahora, qué hacemos? ¿y las clases? ¿y nuestro alumnado? ¿cómo estarán? ¿y qué hago con el proyecto que estábamos llevando a cabo? ¿y las familias? ¿y todo el material se queda en el aula?. Y nosotros ¿qué hacemos?. Y todo fueron preguntas y en un primer momento, sin respuesta.
Poco a poco, nos fuimos organizando. Teníamos frente a nosotros algo nuevo; algo que nos daba miedo. Sí, no lo niego, este cambio daba miedo. Se nos rompieron los esquemas. Había que cambiar nuestra manera de dar clase, de comunicarnos con nuestro alumnado, con las familias, tan importantes en el proceso educativo y con las que siempre he contado y, que esta vez, más que nunca y sin saberlo muy bien íbamos a formar todos un gran equipo, alumnado, familias, claustro…comunidad educativa. Este “partido” había que prepararlo, estudiarlo, y sobre todo “jugarlo” con ímpetu y con ganas, muchas ganas.
Este confinamiento surgido de una pandemia iba a ser todo un reto para este sistema educativo y nosotros, los docentes, desde la etapa de Educación Infantil hasta la universitaria, debíamos adaptarnos e intentar adaptar nuestros métodos de enseñanza y aprendizaje y, sobre todo, tener muy presente las diferentes situaciones familiares del alumnado. Acompañar desde lo emocional también jugaba un papel importante en este “partido”.
No podía dejar de estar con mi alumnado. Por eso les dije que la seño Asun estaba en todo momento, y si necesitaban una videollamada para contarme lo que fuera, ahí estaría.
Así que nos pusimos manos a la obra y había que comunicarse con las familias. Previamente, el claustro se coordinó, siendo la herramienta más utilizada las vídeoconferencias a través del Portal de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, con aplicaciones como TEAMS, también utilizábamos el correo electrónico y plataformas digitales como la página web del centro. Estas herramientas digitales ya eran conocidas por muchos de los docentes que formábamos el claustro, pero conforme estaban pasando los acontecimientos era necesario dar más.
A la hora de comunicarnos con nuestro alumnado, en concreto el 2º ciclo de Educación Infantil del nivel de 5 años y sus familias, además de aplicaciones como Zoom, Whatsapp, tenía que ir más allá y a lo mejor dicho así un canal de Youtube que lo tiene cualquiera, pero en mi caso no era así, por lo que tuve que “buscarme las habichuelas”, como se dice coloquialmente y aprender a hacerme mi propio canal de Youtube y buscar otras alternativas, nuevas aplicaciones (Pixton, Genially, editores de vídeos, Kahoot…).
Diploma realizado con Genially
A partir de ahí, el mundo de la tecnología y las herramientas digitales dejaron de ser un “monstruo” para mí. Porque, compañeras y compañeros, aparte de tener el blog matesyteatro321.blogspot.com, no había ido más allá, bueno sí, las redes sociales, pero a nivel particular. Fue en este momento cuando mi chip cambió. Si había sido capaz de hacer el canal de Youtube (Asun y sus adorables mates), podría utilizar más herramientas digitales, y sobre todo para ofrecerles a mi alumnado la garantía de seguir aprendiendo, sin perder ese factor sorpresa y motivacional, sobre todo por la situación que estábamos viviendo de confinamiento y que algunas familias empezaban a perder a sus seres queridos.
No podía dejar de estar con mi alumnado. Por eso les dije que la seño Asun estaba en todo momento y si necesitaban una videollamada para contarme lo que fuera, ahí estaría. Por lo que la competencia digital puede estar muy unida a la competencia emocional y, prueba de ello, han sido estos meses de confinamiento.
A través del canal de Youtube compartía cuentos narrados por mí, y en los que en algunas ocasiones era ayudada por mi hijo Eneko (10 años), teatros de sombras, experimentos y retos que les proponía, así fuimos pasando las semanas. Hacíamos videollamadas y lo cierto es que al principio se generó un poco de caos porque todos querían hablar a la vez y querían contar tantas y tantas cosas, pero la verdad que el caos dentro de un orden es bueno y este caos era bueno, era un momento mágico.
A partir de diferentes experimentos y retos que íbamos haciendo cada día y que compartíamos a través de vídeos, fuimos llevando a cabo los diferentes experimentos con sus hipótesis y preguntas, compartidas a través de los diferentes medios tecnológicos que teníamos.
Me llegó un mensaje a través del correo electrónico desde la Universidad de Castilla-La Mancha. Era información de un concurso que nació de una formación realizada en el mes de enero del 2019, a través de la plataforma del Centro de Formación del Profesorado de Castilla La Mancha: “Ciencia Creactiva: Científicas en la Economía Circular’, financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y dirigido por la profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Raquel Fernández Cézar. Este proyecto pretendía mejorar la sensibilización de la sociedad respecto a la economía circular, y respecto a las mujeres que participan en el desarrollo de las investigaciones y tecnologías en este ámbito. Se nos propuso llevarlo a cabo en el confinamiento. Y así se lo comuniqué a mi alumnado y a sus familias.
A partir de diferentes experimentos y retos que íbamos haciendo cada día y que compartíamos a través de vídeos, de llamadas en grupo, de información a través del blog y del canal de YouTube, fuimos llevando a cabo los diferentes experimentos, con sus hipótesis y preguntas, compartidas a través de los diferentes medios tecnológicos que teníamos. Unos desde el teléfono móvil y otros desde la tablet o desde el ordenador. Después de este trabajo fuimos conscientes que nuestro proyecto estaba listo, solo faltaba montarlo y enviarlo.
Este fue el resultado:
Estas nuestras apariciones en prensa:
Y aquí en Youtube: