El Premio Nacional de Educación para el Desarrollo Vicente Ferrer reconoce las prácticas educativas de centros educativos sostenidos con fondos públicos que hayan desarrollado acciones, experiencias educativas, proyectos o propuestas pedagógicas destinados a sensibilizar, concienciar, desarrollar el espíritu crítico y fomentar la participación activa del alumnado en la consecución de una ciudadanía global, solidaria, comprometida con la erradicación de la pobreza y sus causas y el desarrollo humano y sostenible.